Scott Adams, el creador de Dilbert, propuso una idea que puede cambiar tu forma de pensar sobre tu éxito profesional:
“No necesitas ser extraordinario en una sola cosa. Puedes ser moderadamente bueno en varias habilidades complementarias y combinarlas para crear un conjunto único y valioso que nadie más posee.”
Llegar al 1% en cualquier campo es brutalmente difícil.
Pero situarte en el top 25% de varias habilidades distintas y relevantes… eso está al alcance de muchas más personas. Y para quienes se aburren con la especialización extrema, es mucho más estimulante.
Cuando combinas tres o cuatro habilidades en las que eres “bastante bueno/a”, puedes formar una mezcla difícil de copiar.
Un perfil único. Una ventaja competitiva sin rival.
¿Por qué casi nadie habla de esto?
Vivimos en una cultura que idolatra al especialista.
Al mejor jugador, la neurocirujana prodigio, el genio de Silicon Valley.
El skill stacking no genera titulares, pero construye carreras extraordinarias.
Un ejemplo perfecto fue Virgil Abloh.
Estudió ingeniería civil y arquitectura: eso le dio una forma de pensar estructurada. Vivió la cultura urbana desde dentro, como DJ y colaborador cercano de Kanye West. Se formó por su cuenta en diseño gráfico y branding. Y entendía profundamente el lenguaje del streetwear y del lujo.
No fue el mejor arquitecto.
Ni el mejor diseñador.
Ni el mejor DJ.
Pero su mezcla de habilidades lo convirtió en una figura irrepetible. Con esa combinación —técnica, cultural, estética y narrativa— creó Off-White, la marca de ropa que rompió la barrera entre el lujo y lo urbano.
Y más tarde se convirtió en director creativo de Louis Vuitton Hombre. Destacó por conectar mundos que rara vez se tocan.
La especialización es para los insectos
Una de las citas más poderosas sobre el skill staking no viene del mundo empresarial, sino de la ciencia ficción:
“Un ser humano debería ser capaz de cambiar un pañal, planear una invasión, despiezar un cerdo, construir un barco, diseñar un edificio, escribir un soneto, hacer un balance, levantar un muro, tratar una dislocación, consolar a los moribundos, recibir órdenes, dar órdenes, cooperar, actuar solo, resolver ecuaciones, analizar un problema nuevo, esparcir estiércol, programar un ordenador, cocinar una comida sabrosa, luchar eficientemente, morir gallardamente.
La especialización es para los insectos.”
La escribió Robert A. Heinlein en Time Enough for Love (1973), a través de su personaje Lazarus Long.

Y encaja perfectamente con la idea de Scott Adams: no se trata de ser un genio en todo, sino de no quedar atrapado en una jaula profesional.
De poder moverse.
De adaptarse.
¿Cómo se construye un stack de habilidades potente?
Aquí van tres estrategias que puedes aplicar desde ya:
La estrategia de la T profunda: desarrolla una especialidad sólida (la línea vertical de la T) y complementa con habilidades horizontales que te diferencien.
La estrategia del puente: conecta dos mundos que normalmente no se hablan.
La estrategia del explorador: sigue tu curiosidad sin un mapa. Aprende habilidades por el camino y une los puntos después.
¿Y esto qué tiene que ver con el management?
Todo.
Ser manager no es una especialización perfecta, es un rol que exige navegar entre disciplinas.
No necesitas ser la persona que más sabe de producto, ni la mejor técnica, ni la que domina todos los frameworks de liderazgo.
Pero si sabes bastante bien cómo funciona el negocio, cómo comunicar con claridad, cómo dar feedback útil, cómo leer métricas, cómo motivar a personas distintas… estás jugando en otra liga.
Los mejores managers que he conocido tenían un stack único.
Fueron añadiendo habilidades poco a poco, siguiendo su curiosidad o adaptándose a lo que su equipo u organización necesitaba.
Tu camino como manager también puede construirse así.
No solo subiendo por una escalera, sino ensanchando el terreno bajo tus pies.
¿Cuál es tu combinación única de habilidades?
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Nos leemos.
P. D.: Si este enfoque te resuena, aquí tienes dos libros lo amplían:
Excellent! Thanks for sharing!