Tu equipo lleva dos años construyendo herramientas internas que ahorran cientos de horas al mes al resto de la empresa.
Nadie fuera de tu departamento lo sabe.
Entonces llegan los recorten presupuestarios. Algunas reuniones ocurren (en las que no estás). Al día siguiente te comunican que tu equipo ahora ya no es necesario.
¿Cómo ha pasado?
¿Has pensado alguna vez que “la política es un juego deshonesto” y que “el trabajo habla por sí mismo”?
Entonces necesitas leer esto.
Tú estás por encima de la política
Di la palabra “política” a cualquier manager y verás cómo arruga la cara como si hubiera mordido un limón.
Durante años lo hice yo también. Odiaba la política.
La política era para las personas que no sabían hacer su trabajo y necesitaban compensarlo con palabrería.
La política es lo que hacen los políticos y, bueno, ¿quién quiere eso con semejantes ejemplos?
Estaba equivocado.
La política no es el problema. La mala política lo es. Y fingir que la política no existe es cerrar los ojos a la realidad.
La política es simplemente cómo los humanos coordinan en grupos. Es la red invisible de relaciones, influencia y poder informal que existe en cualquier organización.
Puedes negarte a participar, pero eso no la hace desaparecer.
Solo hace que tú no influyas en ella
Las ideas no hablan
Piensa en la última vez que una decisión terrible salió adelante en tu empresa.
Quizá fue adoptar una solución supercomplicada. O elegir un proveedor que todos sabían que era malo. O matar un proyecto que funcionaba.
¿Fue porque los que decidían eran idiotas?
Probablemente no.
Quizá fue porque las personas con la información correcta no estaban en la sala. No “hacían política”. Estaban demasiado ocupadas siendo “puras”.
Mientras tanto, alguien que entendía cómo funciona la influencia estaba en esa sala, construyendo coaliciones, mostrando que había hecho los deberes, presentando su caso.
Y su idea ganó.
No porque fuera mejor, sino porque los demás estaban “por encima” de la política.
Las ideas no hablan. Las personas hablan. Y las personas que entienden cómo navegar las dinámicas organizacionales consiguen que sus ideas sean escuchadas.
El momento en que todo se tuerce
Imagina esto: tu CEO acaba de decir que la empresa va a priorizar la fiabilidad tras un incidente grave. Ahora todo el mundo está desesperado por encontrar proyectos de fiabilidad. Necesitan encontrar iniciativas que encajen con la nueva estrategia.
Y si nadie tiene ideas buenas, es muy posible que las ideas malas prosperen.
¿Qué puedes hacer tú?
Ser un/a oportunista.
Las organizaciones se mueven en olas.
A veces es tiempo de fiabilidad. Otras, de velocidad. Otras de eficiencia.
Puedes tener propuestas preparadas (o prepararlas en el momento) para surfear la ola cuando llegue.
Se trata de oportunismo estratégico. Avanzar en mejorar algunos de los mil frentes que tienes para mejorar aprovechando la alineación con la organización.
Política práctica (sin manipular)
La buena política no son tramas complejas e intrigas de palacio. Eso está bien para las películas. En la realidad es más sencillo:
Construye relaciones antes de necesitarlas: Las relaciones te permiten entender bien a otros y que te entiendan a ti. Generan un buffer que luego puede ser útil cuando haya conflictos o cuando quieres una oportunidad para que tu voz se escuche.
Entiende los incentivos: Nadie quiere una solución técnica o un nuevo sistema. Quieren probar un nuevo producto más rápido, ganar cuota de mercado, reducir costes… Enmarca tus propuestas en lo que realmente se valora.
Gestiona hacia arriba: Tu manager está haciendo malabares con prioridades que quizá no ves. Mantenle informado, señala problemas, propón soluciones posibles y ayúdale a decidir bien. Si confía en ti, tienes más posibilidades de que te busque cuando quiera ideas o de que defienda tus ideas cuando importe.
Crea situaciones win-win. En lugar de pelear por recursos, busca formas de colaborar. No todo es un juego de suma cero.
Hazte visible. Si un árbol cae en el bosque y nadie está allí para oírlo, ¿hace ruido? Presenta, escribe propuestas, comparte resultados.
Ninguna de estas acciones es maquiavélica.
El coste de “no hacer política”
La alternativa a hacer buena política no es “no política”.
Es que las malas ideas ganen, que buenos proyectos y equipos mueran porque nadie los defendió y que la gente talentosa se vaya porque no pudo navegar las dinámicas organizacionales.
Fingir que estás por encima de la política no te hace íntegro. Te hace invisible.
Si las voces equivocadas ganan, que, al menos, no sea porque las correctas callaron.
Nos leemos.
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