En 1931, el filósofo polaco Alfred Korzybski ofreció una conferencia. Intentaba explicar una idea central: que las palabras, modelos, teorías o descripciones que usamos para entender el mundo no son el mundo en sí.
En un momento de su intervención, notó que la audiencia parecía confundida, así que se detuvo, sacó un mapa de papel del bolsillo y dijo:
—El mapa no es el territorio.
La frase se volvió famosa, sobre todo entre quienes desconfían de los modelos, los planes y cualquier tipo de representación abstracta.
Y no le faltaba razón: ningún modelo puede captar toda la complejidad del mundo real. Los mapas simplifican. Omiten. A veces mienten.
Y aun siendo cierto, mi apuesta es que como Manager vas a necesitar usar mapas y modelos de la realidad.
¿Por qué necesito modelar?
Porque lo quieras o no te dedicas a gestionar sistemas complejos. Y en ellos, el modelado no es opcional.
Lo que sí es opcional es si lo haces de forma explícita —en una pizarra, en un diagrama, en una herramienta visual— o de forma implícita —dentro de tu cabeza o de la de tu equipo.
Siempre operamos con un modelo mental sobre cómo funciona el sistema que habitamos. Y, sorpresa: ese modelo siempre es incompleto y simplificado. Pero es nuestra manera de darle sentido a la realidad.
¿Y qué me aporta modelar?
Modelar no es un lujo intelectual. Es una herramienta práctica.
No lo haces porque sea bonito, ni por el placer de tener diagramas elegantes. Lo haces porque te da ventajas concretas para pensar, colaborar, explicar y tomar mejores decisiones.
1. Observar
Cuando dibujas la arquitectura de un sistema o simulas uno, no estás únicamente representando algo: estás afinando tu comprensión. Estás intentando ver las relaciones ocultas.
Modelar no es mostrar lo que ya sabes. Es intentar descubrir lo que no sabías que estaba ahí.
El modelo actúa como una memoria externa. Te ayuda a ver inconsistencias, a cuestionar supuestos, a revelar vacíos, a imaginar alternativas. Muchas veces, solo cuando representas el sistema, descubres lo que faltaba o lo que dabas por hecho.
Y hay algo más: cuando representas lo que ves, a menudo lo más revelador no es lo que aparece, sino lo que falta. Como en el espacio negativo de un dibujo, el vacío también puede traerte algo. ¿Dónde no hay flujos? ¿Qué parte del sistema no está representada?
2. Pensar
También es razonar. Y razonar sin referencias visuales, cuando hay decenas de elementos, dependencias, capas y restricciones, es como hacer cálculos de memoria Hay personas que pueden, pero la mayor parte de los humanos no son capaces de hacerlo con más de 5-9 elementos.
También te obliga a ordenar tus ideas: lo que antes era un mar difuso empieza a tener forma. Lo que no encaja, salta a la vista.
3. Converger en una visión común
Una pizarra, un esquema, un diagrama son espacios de pensamiento colectivo. Nos permiten discutir, proponer, corregirnos mutuamente. Pasar del modelo mental de cada persona a un modelo común.
Modelar te ayuda a construir una visión compartida.
4. Compartir
Los modelos no solamente nos ayudan a diseñar, también nos ayudan a explicar.
A nuevos miembros del equipo. A stakeholders. A personas que no tienen nuestros conocimientos y experiencia. A cualquiera que no haya participado del proceso de creación del modelo.
Un buen modelo puede marcar la diferencia entre “¿pero esto para qué sirve?” y “ah, ahora lo entiendo”.
5. Explorar sin coste
Construir productos o servicios es una forma carísima de aprender.
Un modelo, en cambio, te permite ensayar ideas baratas. Cambiar elementos, analizar flujos alternativos… explorar y aprender, pero con menos coste. Sí, es cierto, que tiene limitaciones (al final únicamente la realidad te dará información veraz), pero exprime todo lo que puedas el modelo antes de pasar a aprendizajes más caros.
¿Necesito herramientas especiales para modelar?
No.
Modelar no significa tener diagramas perfectos ni usar un software sofisticado.
Claro que existen herramientas potentes como Vensim, Structurizr o Excalidraw. Y pueden ser útiles cuando necesitas precisión, modelado avanzado o compartir con mucha gente.
Pero para empezar, lo único que necesitas es una pizarra y unos rotuladores. O una hoja de papel. O algún tipo de lienzo en el que puedas pintar en mitad de una videollamada.
La calidad del modelo no depende del acabado visual o de lo profesional o complejo que sea. Depende de lo que te ayuda a pensar, colaborar y decidir.
El mapa no es el territorio, pero…
El problema no es tener un mapa.
Claro que los mapas y los modelos fallan. Es cierto que no capturan todos los matices.
El problema con eso es olvidar que el mapa es una herramienta, no un sustituto del mundo real.
Pero un mapa bien usado te permite orientarte, ganar perspectiva, compartir ruta con otros y decidir mejor.
Si esta edición te ha aportado algo o te ha dejado pensando, considera reenviársela a alguien a quien también le pueda interesar, o compártela en tu red social favorita. Cada nuevo lector nos acerca a una comunidad de managers más preparada. Y, personalmente, eso me alegra el día más que el café de las 8:00.
Nos leemos
Excellent! Thanks for sharing!