La habilidad olvidada que transforma managers mediocres en referentes
Una que rara vez se menciona
Existe una habilidad fundamental que suele estar excluida de los textos de management.
Una que actúa como catalizador de todas las demás, y que influye profundamente en la gestión del talento, la comprensión de las personas, los sistemas, los problemas… y en la calidad de las soluciones que encuentra un buen manager.
La curiosidad genuina.
—¿En serio?— Dirás.
Si piensas eso necesitas seguir leyendo, porque hay cosas que se te están pasando.
¿Has notado cómo algunas personas parecen detectar los problemas antes de que ocurran?
Un manager movido por la curiosidad aborda cada situación con una mentalidad de explorador.
Formula preguntas que otras personas no se plantean y desafía supuestos que muchas dan por hecho. Esta disposición mental permite:
Detectar patrones emergentes
Identificar oportunidades ocultas
Anticipar obstáculos antes de que se materialicen
Es habitual aplicar recetas sacadas de un libro o repetir lo que funcionó en otro contexto. Pero cuando preguntas más y entiendes mejor tu entorno, desarrollas un enfoque contextual, más adaptado a los matices específicos del desafío.
Esa plasticidad cognitiva es especialmente valiosa en entornos volátiles e inciertos, donde los precedentes ofrecen una guía limitada.
Y no hace falta que te diga que hoy vivimos una época de alta velocidad de cambio. Todo indica que esa velocidad no va a disminuir. Más bien lo contrario.
¿Te imaginas un equipo en el que cada persona se sienta vista, escuchada y comprendida?
Un manager genuinamente curioso trasciende la superficie de las interacciones profesionales rutinarias.
Va más allá de las habilidades técnicas o la experiencia, y busca entender:
Las motivaciones
Las aspiraciones personales
Los estilos de aprendizaje
Las circunstancias vitales
Cuando una persona se siente realmente comprendida, aumenta su compromiso, su confianza y su apertura. Esto sienta las bases para relaciones más sólidas.
Como resultado, los equipos liderados por managers curiosos suelen mostrar:
Menores índices de rotación
Mayor cohesión
Ambientes psicológicamente más seguros
¿Y si fuese contagiosa?
Un manager curioso contagia su actitud.
Los equipos que operan bajo este paradigma tienen mayor propensión a:
Cuestionar constructivamente procesos establecidos
Experimentar con nuevos enfoques
Aprender de los fracasos
Incorporar perspectivas diversas
Detectar cambios sutiles en su entorno
En sectores marcados por la disrupción tecnológica y la constante reconfiguración de modelos de negocio, esta capacidad de aprendizaje acelerado puede marcar la diferencia entre quedarse atrás o liderar.
¿Qué se pierde cuando dejamos de hacernos preguntas?
Se generan culturas rígidas, aversas al riesgo y cada vez más desconectadas de la realidad.
Los managers que carecen de curiosidad tienden a:
Confirmar en lugar de cuestionar: Buscan información que valide lo que ya piensan, cayendo en el sesgo de confirmación.
Simplificar en exceso: Aplican soluciones estándar sin tener en cuenta los matices del problema.
Perpetuar la inercia: Siguen haciendo las cosas “como siempre se han hecho”, aunque ya no funcionen.
Desaprovechar el talento: Subestiman la creatividad y el conocimiento distribuido en sus equipos.
Reaccionar en lugar de anticipar: Detectan los cambios demasiado tarde, cuando las oportunidades ya han pasado.
¿Y si no es algo con lo que se nace?
Sorpresa. La curiosidad puede entrenarse.
Algunas prácticas concretas para desarrollarla:
Escucha profunda: Escucha con atención completa, sin juzgar ni interrumpir, a colaboradores, clientes o competidores.
Diversifica tus fuentes: Busca activamente perspectivas que desafíen tus ideas.
Crea rituales de reflexión: Establece espacios periódicos para revisar supuestos, analizar señales débiles y explorar escenarios alternativos.
Fomenta la experimentación: Diseña mecanismos para probar hipótesis y aprender rápido.
Valida el cuestionamiento constructivo: Reconoce públicamente a quienes hacen preguntas incómodas y valiosas.
⸻
La curiosidad no es solo una actitud, es una ventaja competitiva. Los managers que la cultivan impulsan su desarrollo y el de sus equipos y organizaciones, fortaleciendo la adaptabilidad y la innovación.
Nos leemos en la próxima entrega.